El padre Camilo miente sobre la carta que ha recibido, en la que alguien lo apremiaba a avanzar en sus pesquisas. Y el sacerdote dirige su interés hacia Jana y Manuel al comprobar la complicidad que existe entre los dos. Como por milagro, Eugenia empieza a obrar con lucidez y consciencia, para alegría de su hijo Curro. Nadie sabe que esta es la consecuencia de la clandestina reducción de los fármacos que toma Eugenia, una reducción orquestada por Jana. Salvador y María Fernández continúan disfrutando de su mutua compañía. Cruz desencadena una crisis del servicio cuando se propone felicitar personalmente a LA responsable de los nuevos platos salidos de la cocina. ¿Qué pueden hacer? Si descubriera que es Lope, todos acabarían en la calle.