Islandia era el país perfecto. Hasta que la especulación de los gerifaltes de las finanzas se lo llevó a pique. Pero el músico Hördur Torfason se negó a aceptarlo: se armó de una cacerola y una espátula, se plantó delante del Parlamento y empezó a hacer ruido. Un sábado tras otro, se unieron a sus protestas en Reikiavik miles de ciudadanos. Después de cinco meses de manifestaciones, provocaron la disolución del gobierno y la convocatoria de elecciones. Su experiencia, que nos explica en directo en el plató de La nube, sirvió de inspiración al 15-M o a Occupy Wall Street. Movimientos que se fraguaron en Internet y se expresaron en la calle.