Hace cincuenta años en Lanzarote, un artista visionario Cesar Manrique, intuye que el turismo es el futuro de la isla. Pero Manrique no desea un turismo a cualquier precio y plantea su utopía: dar valor a una isla pobre y seca donde el color predominante es el volcánico. Juan Carlos Ortega recorre la pequeña isla canaria descubriendo su atractivo. Nos cuenta como Manrique defiende la protección del paisaje lanzaroteño y la de una arquitectura invisible, integrada en la naturaleza. Es un combativo pionero, un ecologista adelantado que desarrolla su proyecto turístico sobre el gran lienzo de la isla. El legado de César Manrique le sobrevive, hoy su Fundación está volcada en la denunciar la corrupción y a quienes vulneran las normas urbanísticas de la isla. La mitad invisible muestra como la convicción de una persona ha convertido Lanzarote la isla de la utopía. César Manrique sí es un profeta en su tierra.