En la década de los noventa el empresario valenciano Enrique Montoliú adquirió unos bancales de cítricos en la comarca de la Marina Alta alicantina, cercana a la localidad de Jávea. Su idea inicial fue recrear los jardines de estilo renacentista propios de las grandes casas valencianas, pero pronto se dio cuenta de que su jardín podría convertirse en un santuario para las especies autóctonas. De este modo, el jardín de L´Albarda fue convirtiéndose en un poderoso vergel, donde la formalidad de los cítricos, las rosas y las palmeras conviven con los bosques silvestres mediterráneos, donde la tradición de sus jardines árabes valencianos se entremezcla con la innovación propuesta por la Fundación Enrique Montoliú, pionera en el mecenazgo natural en España, que con su labor y con el jardín de L'Albarda como punta de lanza, se ha propuesto devolver la flora autóctona a muchos rincones de la Península ibérica.