Cuando el rey Carlos III llegó a Madrid en pleno apogeo de la Ilustración, destinó un lugar privilegiado de la capital al estudio de las ciencias. Para ello, encargó que en el actual Paseo del Prado se construyeran varios edificios en homenaje a la naturaleza, uno de ellos, dedicado a la ciencia mimada del monarca: el Real Jardín Botánico. Creado desde sus inicios como un centro de investigación, el jardín está compuesto de cuatro zonas en distintos niveles, cada uno con su personalidad propia. Así, destacan un espectacular manto de flores ornamentales que cambia de color según la estación del año; una asombrosa colección de plantas aromáticas y medicinales; un terreno dedicado a la evolución de las plantas en el planeta Tierra y un archivo que presume de láminas traídas de las expediciones científicas financiadas en el siglo XVIII, como las del ilustre botánico Celestino Mutis del Reino de Nueva Granada. Con sus más de 5 mil especies, el Real Jardín Botánico es un museo vivo de cienci