En 1771 el monarca Carlos III ordenó la construcción de dos pabellones rodeados de jardines en el Real Sitio de El Escorial, muy próximos al Real Monasterio. Estas casa de campo fueron construidas para uso y disfrute de dos de los hijos del rey: la Casita del Infante para el Infante Gabriel de Borbón y la del Príncipe para el futuro rey Carlos IV, que por entonces era Príncipe de Asturias. El arquitecto Juan de Villanueva fue el encargado de diseñarlas en función de las aficiones de ambos, la del infante para la música y la del príncipe como pabellón de caza. Las casitas se crearon siguiendo la tendencia francesa del momento de construir pequeñas residencias campestres en un entorno natural cercano al palacio. De esta manera, proporcionaban a la realeza un lugar de ocio donde poder disfrutar de sus aficiones y reunirse en la intimidad con familia y amigos, lejos del rigor de la corte. En sus jardines, de estilo neoclásico, predominan las líneas rectas, la proporción y la simetría.