El archiduque Felipe acepta la oferta francesa para que él y Juana viajen hacia Castilla atravesando los dominios del rey Luis. Lo hacen cuando estalla de nuevo el conflicto en Nápoles entre Fernando y el monarca francés. Todos temen que los herederos de Castilla y Aragón acaben siendo retenidos como rehenes en Francia.
Por otra parte, la última infanta que quedaba junto a Isabel ha de emprender viaje hacia Inglaterra, donde pronto desposará al príncipe de Gales. Sus naves están a punto de zozobrar en el Cantábrico e Isabel, ante el peligro que corren sus dos hijas, teme enloquecer si les ocurre una desgracia.