Consciente de que el final de sus días se aproxima, Isabel consume sus últimas fuerzas intentando dejar arreglados todos los asuntos pendientes. Sin embargo, está en el aire el mayor de ellos: la sucesión. Más aún cuando Belmonte trata de ganarse a la nobleza castellana para que apoye a Felipe frente a un eventual deseo de Fernando de seguir gobernando el reino. Castilla entera se prepara para la muerte de su reina.