En el pueblo extremeño de Zalamea, durante el traslado de las tropas españolas a Portugal (1580-1581) con motivo de la subida al trono portugués de Felipe II, el capitán Álvaro de Ataide se aloja en la casa del rico labrador Pedro Crespo. Allí rapta y seduce a la fuerza a su hija menor, Isabel, mientras el padre es abandonado en el monte, amordazado y atado a un árbol.
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