Juan Emilio Naya, un niño de 8 años del pueblo de Villanueva de Sigena, escucha el relato de cuando su abuela era niña y se sentía privilegiada de poder ac­ceder al monasterio. La abuela narra con detalle el glorioso pasado de una sala de incalculable valor artístico, antes de que en 1936, con el inicio de la Guerra Civil, el monasterio se destruyera tras un incendio. Juan Emilio le prometía que, algún día, restauraría la gloria del monasterio. Han pasado muchos años y Juan, alentado por los recuerdos y la memoria de sus abuelos, decide emprender el mayor proyecto de su vida: reconstruir la Sala Capitu­lar del Monasterio de Sigena. Con algunos recuerdos y escasa documen­tación se inicia un proyecto imposible. Pero, ¿dónde encontrar más información?, ¿qué técnicas utilizar para reproducir la sala con vera­cidad?, ¿qué colores podían dar vida a aquellas pinturas?, ¿cómo debían ser los techos?, y ¿cómo completar aquellas partes que fueron desapareciendo con el paso de los años? Comienza e