Estratégicamente situada, la isla de Rodas, entre el Egeo y el Mediterráneo, ha sido codiciada y disputada durante mucho tiempo. Tras la expulsión de los cruzados de Tierra Santa en 1291, los Hospitalarios de la Orden de San Juan de Jerusalén conquistaron Rodas y la convirtieron en su cuartel general a partir de 1310, con la esperanza de transformar la isla en una imparable muralla marítima contra los sarracenos. En 1522, el sultán otomano Solimán el Magnífico quiso expulsar del Mediterráneo a las órdenes militares cristianas nacidas de las Cruzadas. Lanzó una ofensiva contra la isla de Rodas, controlada por los Hospitalarios. Bloqueos marítimos, túneles subterráneos y colocación de minas bajo las torres de la isla: Solimán y sus 180.000 hombres estaban dispuestos a hacer cualquier cosa para destruir la fortaleza cristiana. Lo intentarían todo para superar las gigantescas fortificaciones de Rodas.