Grecia y sus acredores negocian de día y de noche, a dos, a tres, a cuatro y hasta a cinco bandas. Discuten y hacen cálculos económicos y políticos para intentar cerrar un pacto que permita a Atenas aliviar su difícil situación financiera: dinero a cambio de más recortes y reformas. El acuerdo, sin embargo, se resiste y el gobierno de Tsipras, entre la presión de los acredores por un lado y de su propio partido por otro, ha logrado ganar tiempo.La Comisión está ejerciendo de puente, de mediador entre Grecia y los acreedores en esa negociación que, después de haberse atascado en los detalles, ha superado ya el debate económico y financiero y ha pasado al terreno de la política y la geoestrategia. El empujón se lo ha dado la canciller Merkel convocando en Berlín a François Hollande y a los máximos responsables del Banco Central Europeo, del Fondo Monetario y del ejecutivo comunitario. Europa parece debatirse entre entre asumir que debe pagar más a Grecia o el descrédito político y finan