El primer ministro griego, Yorgos Papandreu, ha echado un pulso a la Unión Europea que le puede costar caro a él y a su país. El anuncio de someter a referendum los acuerdos del último Consejo Europeo sentó como un jarro de agua fría dentro y fuera de Grecia. Tras una reunión con Merkel y Sarkozy, Papandreu reconsideró la idea del referendum condicionándola a un apoyo de la oposición. La prueba de fuego ha sido la moción de confianza a la que se ha sometido voluntariamente.
Este anuncio de Papandreu hizo que la euforia por los acuerdos del último consejo durara menos de una semana. Una tormenta política que también afecto a la agenda del G-20.