Julián sigue atrapado en el sitio de Baler. Localizado por azar por el Ministerio, Salvador envía a Alonso de Enterríos a liberarle en una misión secreta de la que ni siquiera Amelia y Pacino saben nada. Alonso y Julián serán testigos del heroísmo de unos hombres defendiendo una plaza sin armamento, sin comida y consumidos por la enfermedad. Luchando por lo que ellos creían territorio español sin saber que había dejado de serlo: España ya había renunciado a sus derechos sobre Cuba y Filipinas. Ante la prolongada ausencia de Alonso, Amelia y Pacino sospechan que detrás de todo hay gato encerrado.