El Egipto antiguo dio al mundo los monumentos más extraordinarios de la historia de la humanidad. Sus tres mil quinientos años de historia llegaron a un abrupto final con el triunfo del cristianismo, en el siglo cuarto. Pero esta extraordinaria civilización no desapareció como consecuencia de ello. Cuando en el siglo diecinueve, Jean-François Champollion descubre el secreto de los jeroglíficos, el mundo comprende cuánto debe a los faraones. La arquitectura, las necrópolis, la construcción naval y la lengua copta de los egipcios cristianos tienen sus raíces en esta cultura milenaria. El Egipto contemporáneo es, incuestionablemente, hijo del Egipto antiguo