El documental Corazones artificiales acompaña en su día a día a Pedro Pérez, que recibió el primer corazón artificial definitivo implantado en España, y a Ángel Luis Sánchez, que fue sometido meses después a la misma intervención con un resultado también satisfactorio. Estos dos hombres llevan una turbina en el pecho y un pequeño ordenador en la cintura. Ambos están disfrutando de un tiempo con el que no contaban gracias a un sofisticado dispositivo que cuesta alrededor de 100.000 euros.Pero también sigue viviendo gracias a una máquina un niño de 5 años llamado Pablo, un auxiliar de farmacia que se llama Antonio, o Pepa, una celadora cordobesa. Con 18 meses, Pablo tuvo que ser conectado a un corazón artificial temporal que le permitió esperar con vida la llegada de un órgano adecuado para el bebé. Igual le ocurrió a Antonio, que permaneció 23 días enchufado a una máquina y también fue trasplantado. Pepa, sin embargo, sigue con su propio corazón. Los médicos la conectaron a causa