Adrienne viaja hasta el sureste de la Península Ibérica para explorar los símbolos que abanderan Murcia capital. Una ciudad atravesada por el río Segura y orgullosa de su largo pasado. Un legado que se puede ver en sus calles como, por ejemplo, en la majestuosa catedral, en el museo dedicado a la obra de Salzillo o en el Real Casino del siglo XIX. Un edificio lleno de color, de curiosidades y de salones con brillo propio. En el plano gastronómico, la huerta preside las mesas, manda en la cocina y llena los puestos de sus mercados de abastos como el de las Verónicas que visitamos acompañados por Sergio Gallego, gastrónomo. Esta urbe no se entendería sin sus preciadas alcachofas, limones o naranjas. Ingredientes que se suman a una amplia selección de salazones y grandes embutidos como el salchichón de chato, especie porcina de la zona. Materia prima de cercanía con la que llevan siglos elaborando recetas tan auténticas como los michirones, los paparajotes, la marinera o el arroz hecho a