No están pensados para la mesura ni para dietas equilibradas pero son imprescindibles de vez en cuando. Se inventaron para soportar condiciones extremas de frío, trabajo o economías de subsistencia, pero hoy esos antiguos potajes, marmitakos, chanfainas, morteruelos y botillos son la cumbre de la gastronomía sin complejos. Cada región tiene los suyos y para ellos son seña de identidad.