No son políticos, ni gestores expertos, ni grandes empresarios pero sí son esos personajes necesarios para que el pueblo funcione. Cada día hacen cientos de kilómetros por carreteras retorcidas, conocen por su nombre a todos sus vecinos y siempre están dispuestos a echar una mano porque no saben lo que es una jornada de ocho horas.Juanjo es el médico de Fabero, un pueblo de alta montaña en El Bierzo. En su comarca hay nueve médicos para casi nueve mil vecinos. Compagina la consulta con las visitas a domicilio en pueblos dispersos a los que accede en todoterreno. Pedro se denomina ''un chino andaluz". En su furgoneta puede encontrarse cualquier cosa, desde detergente hasta mantas del Pirineo o naranjas de Minas de Río Tinto. Es vendedor ambulante, como lo fue su padre. Antonio era un próspero masajista que hace siete años decidió hacerse cura. Es el responsable de veintidós parroquias que recorre en su utilitario cada domingo. Las misas duran poco y los feligreses no abundan. Todo ellos