Son el corazón financiero, el escaparate más vistoso, la pasarela por la que discurren todos los perfiles de cada ciudad. Hay avenidas diplomáticas, exclusivas e incluso fluviales. No en vano dicen que el Guadalquivir es la gran avenida de Sevilla. De los diez kilómetros de la Diagonal barcelonesa hasta los apenas mil metros de la Calle Uría en Oviedo pasando por la Castellana, son la espina dorsal de las ciudades.