Son un antes y un después en el calendario de muchos pueblos. La fiesta patronal es la que marca el inicio del año; ni septiembre ni enero. Vecinos y turistas guardan días de vacaciones para asistir al momento más grande. Llenan plazas, hoteles y bares. Es la fecha en que más visitas reciben. Con el dinero que mueven se preparan para subir la cuesta de septiembre.