Mientras lleva a sus hijas Greta y Lotti a la escuela, Catrin Zerbe se queda dormida al volante. Al principio parece un accidente, pero luego se descubre que es adicta a los tranquilizantes. Greta, de 15 años, tiene que conducir el automóvil de regreso a la casa móvil del camping en el que viven. Sin saber aún de estos problemas, Katia pone en contacto a Catrin con un hermano con el que no se habla pero con el que podrá resolver los traumas compartidos en la infancia. Este acercamiento mejorará la vida de ambos y de las hijas de Catrin. Mientras tanto, justo cuando Katia y Tom Kleinke se acercan cada vez más, Mark le propone retomar la relación y regresar a Frühling.