Recién nombrado Primer Ministro por la reina Isabel II, Tony Blair forma su nuevo gobierno al tiempo que se enfrenta a la desestabilidad y tensión que provoca, entre la Corona y el pueblo, la repentina muerte de Lady Di. El pueblo pone en entredicho y critica a la familia real por mantenerse impasible ante el dolor y a la reina le cuesta comprender y aceptar el cambio de valores que se está produciendo. Se cuestiona si su compromiso, con Dios y con el pueblo, de toda una vida dedicada a servir y a dignificar los valores de la Corona, estará dañando a la propia Institución. Para evitar el posible desastre, Tony Blair se propone encontrar la forma de volver a conectar a la reina con el pueblo, un pueblo que reclama de ella consuelo y comprensión.