Las fuerzas vivas de Valdemorillo del Moncayo han decidido que su pueblo participe, también, de la descomunal bicoca del turismo. Tienen un castillo del tiempo de los moros y las mejores frutas de Aragón. Pero con esto sólo han conseguido atraer a los representantes del comercio y a algún que otro despistado. Necesitan, pues, lanzarse al descubrimiento de "eso" que es capaz de atraer a millones de viajeros de todas partes del mundo, el turismo.