El plan de Irina para acabar con los asesinos de su familia fue un desastre, pero al menos no fue en vano. La desconfianza se ha instalado entre Boris y una nueva facción de la mafia rusa. Unos y otros están paranoicos ante el "asesino misterioso" que está acabando con sus hombres. Así que Irina se da cuenta de que no hace falta hacer el trabajo sucio. Tan solo debe prender la mecha que vuele por los aires la paz. Así, las ratas se despedazarán entre ellas. Sin embargo, Irina no sabe que alguien empieza a sospechar de la "angelical ucraniana" que ha llegado a sus vidas. Tomás sigue muy de cerca sus pasos, sin ser consciente de dónde se está metiendo.