El consumo de productos derivados del tabaco, ya sean en forma inhalada o no, incrementa significativamente el riesgo de padecer enfermedades del aparato respiratorio, del sistema cardiocirculatorio y neoplasias o cánceres en diversas localizaciones (pulmón, faringe, esófago, vejiga urinaria, etc.). De manera global, fumar multiplica por dos las probabilidades de morir y una cuarta parte de los fumadores morirá prematuramente, y perderá entre veinte y veinte y cinco años de vida. También se han documentado ampliamente los riesgos que conlleva la exposición al humo ambiental del tabaco, por lo que se han desplegado en todo, y de manera creciente, legislaciones que protegen también la población no fumadora. Los beneficios de dejar de fumar están bien establecidos: los ex fumadores, entre diez y doce años después de dejar de fumar, tienen globalmente el mismo riesgo de contraer enfermedades que una persona que no ha fumado nunca. Esta reducción del riesgo es especialmente importante dur