Hace ocho años que la vida de Mónica Arroyo dio un trágico vuelco. Manejando una barbacoa le echó un poco de alcohol y la furia del fuego trepó por su pelo, brazos, pecho, cabeza, p1ªiernas. El 85% del cuerpo quemado. Ha permanecido ingresada cuatro meses en la UMI del Rocío de Sevilla en coma inducido y en el Insular de Las Palmas. Le han reconstruido el cuerpo a golpe de bisturí. Su experiencia ha sido tan dura que ha puesto en marcha la primera Asociación del Quemado de Canarias "para que nadie pase lo que yo he pasado. Estamos muy solos".