Se inicia el capítulo por las Tierras leonesas del Bierzo, Cacabelos y Villafranca, para entrar en Galicia por O Cebreiro, en Lugo. Tras pasar Triacastela, Samos con su monasterio benedictino de San Julián, y el recuerdo del padre Feijoo. Sarria y Portomarín, Palas de Rei y Melide nos acercan a Santiago, donde espera la Plaza del Obradoiro para visitar la catedral con su Pórtico de la Gloria y dar un abrazo al apóstol. La ciudad resiste impasible el paso del tiempo. Un paseo por ella nos muestra ese mundo entre real y encantado que la habita. Seguimos camino hasta la Costa da Morte para pasar por Muxía y Fisterra y ascender hasta el Cabo de Finisterre que atrajo desde la más remota antigüedad a los primeros pobladores de Europa, que ya lo sentían como un destino obligado de peregrinación. Solo los mariñeiros de la Costa da Morte, conocedores de la mansión de cristal donde el sol se acuesta, osaban adentrarse en este Mare Tenebrosum.