Estamos ante un trabajo con un hilo conductor o una espina dorsal. Es el autorretrato de una muchacha isleña ultrasensible que se abre en canal y deja que nos asomemos a las entrañas mismas del alma. El testimonio, en primera persona del singular, de una joven que hace de su verdad el germen irrenunciable de su mensaje. La zona cero de una confesión de empatía y sinceridad devastadoras.