En un mundo revuelto, las antiguas civilizaciones deberán guiar a sus pueblos. Para evitar la rebelión, deben estructurar la sociedad de modo que cada uno conozca su lugar. En Egipto, los faraones recurren a los antiguos dioses para justificar su imperio de la ley. En la antigua India también recurren a la religión, creando un sistema de castas para organizar su sociedad. En China, las duras normas del legalismo pueden mantener a raya a la gente, pero lo que perdura es la filosofía humanista de Confucio. En Roma, las masas se alegran con el sangriento espectáculo de los juegos de gladiadores. Los griegos, cansados de la tiranía, ceden el control a los ciudadanos e inventan la democracia.