La inteligencia artificial se desarrolla a una velocidad de infarto y ya sabe conducir, escribir novelas, jugar al ajedrez como un maestro internacional y hasta realizar operaciones quirúrgicas. La mala noticia es que también parece que aprende cómo comunicarse con otras inteligencias artificiales en idiomas incomprensibles para sus creadores y hasta a odiar a las personas. ¿Llegará a la conclusión de que el ser humano supone una amenaza para su existencia?