Un viaje de 2.000 kilómetros por el Ártico no es ninguna broma. Si parte discurre sobre la superficie helada del océano, es como para pensárselo dos veces. Y si encima se hace a bordo de vehículos militares de hasta 80 toneladas, el asunto se convierte en un desafío en toda regla: el más pequeño error puede tener consecuencias desastrosas. 'Prueba de fuego' ha acompañado a una peligrosa expedición cuya divisa se opone a la lógica común: 'Cuanto peores las circunstancias, mejor para la prueba'.