La parte china de la antigua Ruta de la Seda, surcada durante siglos por caravanas de comerciantes, conserva su espíritu por más que modernos trenes de alta velocidad sustituyan a los camellos de antaño y grandes y tecnificadas metrópolis se alcen donde en el pasado solo una aldea acogía a los viajeros. China, en efecto, ha hecho un colosal esfuerzo por mejorar sus infraestructuras, poniendo al alcance de sus ciudadanos posibilidades con las que hasta hace apenas unos años apenas podían soñar.