Cada viaje al espacio del cosmonauta Fiódor Yurchijin es un mal trago para sus seres queridos, conscientes de la impotencia de un ser humano frente a la inmensidad del cosmos en caso de que algo vaya mal. Antes de cada despegue, intensos y contradictorios, los sentimientos se atropellan: añoranza y orgullo, miedo y confianza, responsabilidad y voluntad. Manejarse entre ellos es una tarea a la que Fiódor Yurchijin y su familia se enfrentan con una sencilla estrategia: pensar siempre en el otro.