Las sucesivas guerras y sanciones han convertido a Irak en un país de niños huérfanos. Muchos de ellos acaban en la calle de las grandes ciudades, donde son presa fácil para grupos criminales y terroristas yihadistas. Hicham empezó a dar refugio a estos niños, primero en su propia casa y después en el orfanato que fundó. Y demostró que, con un poco de amor y de respeto y con una educación adecuada, el nefasto destino de estos niños puede convertirse en un futuro brillante.