Yuri Gagarin, el primer hombre que voló al espacio exterior se convirtió en un símbolo, en una especie de dios adorado por todo el mundo. Sin embargo detrás del mito se esconde la verdadera persona de carne y hueso con sus defectos y debilidades. Pero más que nada lo que se recuerda de Gagarin es su sonrisa, esa sonrisa de felicidad infantil, amigable y victoriosa.