Nadie sabe lo que experimentaron. Sólo sabemos que su última morada la encontraron en las gélidas aguas del Mar del Norte. Todos ellos sirvieron en la Marina rusa con firmes convicciones de patriotismo y honor. El submarino “Kursk” emerge una y otra vez recordándonos la fragilidad de la vida y al mismo tiempo, el orgullo del deber cumplido