Viajan miles de kilómetros desde su hábitat. En la mayoría de los casos atados, sin agua ni comida y al borde la muerte. Para los inescrupulosos que trafican con aves y animales exóticos no hay tregua. Los oficiales aduaneros de la Federación de Rusia están siempre alerta para contrarrestar la venta ilegal de estas especies protegidas.