El ciberespionaje se ha convertido en un arma clandestina: aunque el fabricante del programa Pegasus asegura que se vende para vigilar a criminales y terroristas, tanto periodistas como activistas pro derechos humanos y funcionarios han acabado siendo blancos de este software. El mundo se ha llenado de plásticos: un informe avalado por Naciones Unidas urge la implementación de medidas drásticas para frenar la producción de este material y proteger los océanos de la polución.