En 15 años hemos reducido el consumo de leche per capita en casi treinta litros: actualmente tomamos menos de 70 litros por persona y año, frente a los 97 que bebíamos en el año 2000. Los hábitos alimenticios están cambiando: ahora llenamos la taza del desayuno con bebidas vegetales y eliminamos el gluten o el azúcar sin ser intolerantes. Y decimos sentirnos mejor.