La inesperada aparición de Silvia en el frente desconcierta a Corradi que ya no puede más que asumir la realidad. Pero el capitán aún mantiene las apariencias a sabiendas de que su momento llegará. En casa, Lucrezia aplaca su desazón tratando de ayudar y ensalzar la labor de las mujeres en ausencia de los hombres... aunque eso ponga en el punto de mira la fábrica de su hermano.