Lucrezia no se conforma con rechazar la guerra de una forma ideológica y desoyendo los consejos de su padre y marido participa en las manifestaciones. Livio busca inversores para la fábrica y contacta con Alberto Corradi que acepta. Pero lo que parecía una oportunidad para no dejar escapar, termina por traerle nuevos problemas con su padre. Alessandro sufre unos extraños desmayos que acaban con él ingresado en el hospital de Turín. Brando y Corrado mantiene una más que reveladora conversación.