La vuelta de Ozan a casa supone una alegría para todos, especialmente para sus primos Mete y Naz, pero el futuro domicilio de la pareja causa nuevos problemas entre ellos. Al volver a coincidir con Incila, Ozan pone sus ojos en ella algo que inquieta a Mete. Muy a su pesar, Naz tiene que ceder a los deseos de su madre y celebrar la noche de la henna aunque no renunciará a darle su toque personal.