Tras la pérdida de sus padres, Incila llega junto a su tía Müberra a una nueva mansión en la que esta va a empezar a trabajar a las órdenes del señor Atif. Allí también vive su nieta, la malcriada Naz que nada más ver a Incila se encapricha de ella y comienza a tratarla como si fuese de su propiedad. Años más tarde, la situación no ha cambiado mucho. El dominio que Naz ejerce sobre la bondadosa Incila se mantiene y lo único que hace trastocar su voluntad es Mete, su eterno e inconstante pretendiente.