Fernando, ante el cadáver de Cirilo, sopesa las consecuencias de su arrebato. Sin embargo, la muerte de Cirilo y el descubrimiento que hace la policía en su granja pone en peligro el secreto sobre la identidad de Paula. Eguía, todavía convaleciente, debe ocuparse de que la verdad no llegue a descubrirse, aunque suponga saltarse la ley.