Ante las quejas de las ancianas al ver que sus hombres ya no se fijan en ellas y sólo quieren tener citas con las chicas que les proporcionan los cuquis, Maite y Amador deciden ampliar su negocio y dedicarse también a las mujeres de la residencia. Ante la falta de chicos, Amador subasta su propia compañía, que es comprada por la señora más vieja de la residencia. En pleno baile, la anciana sufre un achaque que está a punto de costarle la vida.