Enrique Pastor apenas puede dar crédito a lo que le ha contado Antonio: su hijo Fran, que acaba de salir de la adolescencia, mantiene una apasionada relación sentimental con una gogó brasileña doce años mayor que él. Tras salir de su asombro, el cerebral presidente en la sombra de Mirador de Montepinar, sumamente preocupado, decide tomar cartas en el asunto, iniciativa en la que le apoya su exmujer Araceli.