Ante la sospecha de que pueda haber un infiltrado entre sus filas, los Residentes asaltan a los Acampados por la noche para robarles comida. A la mañana siguiente, la venganza acampada no se hizo esperar. Enterrada el hacha de guerra, las parejas se enzarzan en un juego de pistas para conseguir el botín de los 1000 euros.