Manuela es presionada por la Fundación para que negocie con los médicos públicos su incorporación en la plantilla privada  de una manera rápida y eficaz. Además le piden maquillar los datos económicos del hospital para poder hacer un negocio bastante rentable con la privatización del hospital. Esto y su dilema moral sobre tener que decidir entre el amor a Vilches o su responsabilidad laboral le llevan a dimitir.