El hospital contrata a la colombiana Elizabeth, una cirujana plástica que sabe neutralizar los recelos que despierta su llegada haciendo uso de una inteligencia tan evidente como su atractivo. Ramón, el marido de Manuela, se presenta por sorpresa y le plantea el divorcio. Manuela quiere mantener a su lado a su hija, pero Celia ya ha cumplido los dieciséis y va a tomar sus propias decisiones. Ante la inminente separación de su familia, Manuela le confiesa a Vilches su sentimiento de soledad.